sábado, 28 de febrero de 2015

AMORDISCOS


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Mañana gris en el mercadillo dominical de la plaza. Suena achacoso el giradiscos portátil del puesto de los vinilos. Saludo en alto y voy directo a la caja de singles a 45 r.p.m. de dos por cinco euros. Los de la caja de un euro están hechos polvo y el 99% son infumables, y los del cajón de diez euros me los compraría todos y cada uno, así que no tengo elección; la cosa sale a poco más de un euro por canción. Hay de todo, pero me fijo sobre todo en desconocidas bandas setenteras con pintas inverosímiles que harían palidecer a los Slade y en grupos españoles sesenteros. Conozco sólo los cuatro hits de estos últimos, que obviamente no están ahí (excepto Mamy Blue, de los Pop Tops), así que a la hora de elegir prima el diseño de la portada, la conservación y algo que me llame la atención de las canciones. Para empezar, me tiro por Los Bravos, que por lo poco que sé, eran los Stones ibéricos y dejo a los Brincos para otro día más soleado. Hay unos cuatro plásticos de los Bravos, con portadas poco llamativas y bastante baqueteados así que me llama la atención un título, La parada del autobús. Desde la adolescencia he tenido una relación amor-odio con los autobuses de línea de Z así que me ha hecho gracia y me he decantado por ese; además la portada es sobria pero no hortera y en la contraportada dice que fue grabado en Londres en abril de 1966. Me ojeo toda la hilera y pillo cuatro más. He traído para cambiar uno que seleccioné hace unos domingos y que no me encaja por ningún lado. Cuando voy a pagar el vendedor me felicita por coger uno de Pedro Ruy-Blas, A los que hirió el amor. Me pregunta que si lo conozco y le digo la pura verdad, no tengo ni idea de quién es, pero he visto que el productor era Alain Milhaud, que me sonaba del Get on your knees de Los Canarios y lo he cogido. Me pregunta que si tengo prisa y que si no me importa que lo ponga a girar en el viejo tocadiscos señalándome su pierna y diciendo que le tiembla al escucharlo, porque era una canción que fue censurada por el régimen franquista ya que hablaba de la guerra. He vuelto a casa fumando un pitillo satisfecho, con un puñado de discos con historias que tengo el pálpito de que serán interesantes, un pollo asado con patatas y una media sonrisa dominguera.  

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