Mañana gris en el mercadillo dominical de la plaza. Suena
achacoso el giradiscos portátil del puesto de los vinilos. Saludo en alto y voy
directo a la caja de singles a 45 r.p.m. de dos por cinco euros. Los de la caja de
un euro están hechos polvo y el 99% son infumables, y los del cajón de diez
euros me los compraría todos y cada uno, así que no tengo elección; la cosa
sale a poco más de un euro por canción. Hay de todo, pero me fijo sobre todo en
desconocidas bandas setenteras con pintas inverosímiles que harían palidecer a
los Slade y en grupos españoles sesenteros. Conozco sólo los cuatro hits de estos
últimos, que obviamente no están ahí (excepto Mamy Blue, de los Pop Tops), así
que a la hora de elegir prima el diseño de la portada, la conservación y algo
que me llame la atención de las canciones. Para empezar, me tiro por Los
Bravos, que por lo poco que sé, eran los Stones ibéricos y dejo a los Brincos
para otro día más soleado. Hay unos cuatro plásticos de los Bravos, con
portadas poco llamativas y bastante baqueteados así que me llama la atención un
título, La parada del autobús. Desde la adolescencia he tenido una relación
amor-odio con los autobuses de línea de Z así que me ha hecho gracia y
me he decantado por ese; además la portada es sobria pero no hortera y en la
contraportada dice que fue grabado en Londres en abril de 1966. Me ojeo toda la
hilera y pillo cuatro más. He traído para cambiar uno que
seleccioné hace unos domingos y que no me encaja por ningún lado. Cuando voy a
pagar el vendedor me felicita por coger uno de Pedro Ruy-Blas, A los que hirió
el amor. Me pregunta que si lo conozco y le digo la pura verdad, no tengo ni
idea de quién es, pero he visto que el productor era Alain Milhaud, que me
sonaba del Get on your knees de Los
Canarios y lo he cogido. Me pregunta que si tengo prisa y que si no me
importa que lo ponga a girar en el viejo tocadiscos señalándome su pierna y
diciendo que le tiembla al escucharlo, porque era una canción que fue
censurada por el régimen franquista ya que hablaba de la guerra. He vuelto a
casa fumando un pitillo satisfecho, con un puñado de discos con historias que
tengo el pálpito de que serán interesantes, un pollo asado con patatas y una
media sonrisa dominguera.
sábado, 28 de febrero de 2015
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